sábado, 14 de septiembre de 2013

Podemos brindar: Brindemos.

Tengo ante mí un ordenador, un cerol y dos copas. Y mil recuerdos fantasmas. Un brindis por cada recuerdo. Un trago por cada sonrisa. Y una borrachera eterna de memoria imborrable.

Sigo aquí, ¿sabes? En un ejercicio de egoísmo infinito, y llevándole la contraria a Miguel y Sara, siento más mi vida que tu muerte. No pienso disculparme por eso. Llámame lo que quieras. Soy egoísta. Lo sé. No me importa. Si pones tú la coca-cola, brindamos.

Podemos brindar por aquella escola, o por la asamblea aquella. Podemos brindar por el Congreso aquel, o por aquel viaje… ¿Será por motivos, Marcos? ¿Será por excusas? Por cada cena, por cada confidencia a media voz, por cada cabreo contra el mundo, por cada arrebato de ímpetu reformador, por cada pique festero (¡Ay, alcoyano! Mi alcoyano…) ¿Será por motivos, Marcos? ¿Será por excusas? Mejor lo dejamos; que brindando por nosotros, basta. Podemos brindar: brindemos.

Podemos brindar por los deseos, retos y anhelos. Podemos brindar por las metas soñadas e inalcanzadas. ¿Será por excusas, Marcos? ¿Será por motivos? Podemos brindar por las visitas pendientes. O brindar por las cartas sin firmar… Aquella sorpresa que tenía reservada para estas navidades. Eso sí que habría sido todo un espectáculo, Marcos… ¡Y habría zanjado el debate! ¡Te habría ganado! Mi gozo en un pozo… Soy egoísta, lo sé. No lo siento. Mejor lo dejamos; que brindando por nosotros, basta. Podemos brindar: brindemos.

Eres bueno y lo sabes. No me lo niegues. No me insultes. Siempre lo has sido. Muy bueno. Mucho mejor que yo. Te envidio. Un auténtico maestro. Y a las pruebas me remito. Bien sabes que nunca di un paso sin consultártelo. ¿Y ahora qué? Soy egoísta, lo sé. No lo siento. Y sonriendo hasta el final. Incluso a quien no se lo merece. Incluso a quien te ha hecho daño. Te veo con esa sonrisa tuya, limpia y sincera. Yo no podría. Te envidio. Mejor lo dejamos; brindemos por nosotros y basta. Podemos brindar: brindemos.

Sigo aquí, ¿sabes? En un ejercicio de egoísmo infinito, y llevándole la contraria a Miguel y Sara, siento más mi vida que tu muerte. No pienso disculparme por eso. Llámame lo que quieras. Soy egoísta. Lo sé. No me importa. Si pones tú la coca-cola, brindamos. 

Cabreado, impotente, frustrado, odiándolo todo por no poder odiar a nadie, echándote de menos y llorando por haber perdido el futuro: Brindo por ti.


Porque te quiero.