Vale. Acabo de llegar de Madrid. Foro Institucional Joven de JSE en Ferraz. Viaje de viernes, sabado y domingo. Tengo que decir que he disfrutado más que un tonto con un lápiz.
Eso de aprender está genial. Lo de debatir, aún más. Pero si algo se lleva la palma, eso es hacer amigos. En la primera foto, por orden, Sandra, -que es un trozode cielo-, Chus Greciet -un tio genial y un gran orador-, Belén -la carcaixentina con la sonrisa más bonita-, un servidor, Ricard -que tiene un corazón igual de grande que él- y César Luena -nuestro secretario de organización federal, el mejor que tenemos (y que sea el único, es completamente irrelevante, queridas).
Otra cosa que me encanta, son los desayunos de hotel. Pero de los de bufet libre, vaya. Y por lo que he podido ver, no soy el único. En estos sitios (me refiero al foro, no al hotel) encuentras a un montón de gente, cada uno de un lugar, cada uno con sus circunstancias. Y ese contacto tan cercano entre los que son de sitios en los que gobernamos, los que estamos en la oposición... al final, te das cuenta de que hay algo que está por encima de todos: la ilusión por seguir adelante. Todos, gobernemos o no, queremos seguir tirando del carro. Queremos mejorar. Sabemos que estamos fastidiados (por ser correcto) pero eso no nos desanima, sino muy al contrario, nos empuja a esfrorzarnos cada día un poco más para aportar un granito de arena que, por pequeño que sea, hace montón. Y, ¡caray!, cuando te acuestas, no puedes no sonreir. Sonries porque tienes la sensación de que has hecho algo pequeñito (uo-uo-uoo) que sumado a otras muchas cosas pequeñitas, hacen de este mundo algo un poquito mejor.
¿Que mejor recompensa puede haber?
Si, encima, estas con gente como la que ha estado por allí (en la foto G. Salinas y R. Malonda, dos grandes, pero de los grandes de verdad) ya se puede pedir poco más. En serio, vuelves a casa contento, satisfecho. Aunque sabes que les vas a echar de menos.
Me faltan Santi y Fer, también conocidos como la superioridad, de quienes no dejo de aprender y disfrutar a cada ocasión que surge. Y que me han invitado a ir a Madrid con ellos. Merece la pena escucharles, siempre aportan algo nuevo, una perspectiva diferente y cualificada de nuestra organización. Maestros, claro. Omar, Jordi, Tamara, que han sido mis últimas adquisiciones para la agenda de amigos de JSPV, y que son geniales. Y JoseCa e Irene, que no son "nuevos" para mí, pero que siempre es interesante conocerlos un poco más, porque nunca defraudan. Y, por último me dejo a Carmelina, pero no porque sea la menos importante, sino porque tierne una cualidad que me encanta, y con la que quiero cerrar el artículo, que ya va siendo muy largo.
Carmelina siempre está sonriendo. Transmite alegría, ilusión. Es contagiosa. Te hace sonreir, no puede evitarlo, no sabe evitarlo, y eso hoy día es tan escaso, que merece la pena tener a alguien así entre tus amigos. Una auténtica joya. Aunque a veces se enfada, y austa un poquito, pero enseguida vuelve a sonreir y esa modulación que hace del aire, reconforta.
Si todos sonriésemos un poco más, solo un poco, sería mucho más agradable transitar por esta vida... podríamos aprender de Carmelina.
Pasará lo que tenga que pasar, pero si hay algo que permanecerá eternamente, es que tengo la conciencia satisfecha por el trabajo bien hecho, el ánimo dispuesto para seguir adelante, siempre adelante, por el camino de la izquierda, como dice otro Grande (con mayúsculas) Sergio Palao. Y, sobre todo, tengo a mis amigos. Preparado para lo que queda por delante, que no es, sino el futuro.
Y si no, que me quiten lo bailao.
¿Cuántos pueden afirmar lo mismo?
Eso de aprender está genial. Lo de debatir, aún más. Pero si algo se lleva la palma, eso es hacer amigos. En la primera foto, por orden, Sandra, -que es un trozode cielo-, Chus Greciet -un tio genial y un gran orador-, Belén -la carcaixentina con la sonrisa más bonita-, un servidor, Ricard -que tiene un corazón igual de grande que él- y César Luena -nuestro secretario de organización federal, el mejor que tenemos (y que sea el único, es completamente irrelevante, queridas).
Otra cosa que me encanta, son los desayunos de hotel. Pero de los de bufet libre, vaya. Y por lo que he podido ver, no soy el único. En estos sitios (me refiero al foro, no al hotel) encuentras a un montón de gente, cada uno de un lugar, cada uno con sus circunstancias. Y ese contacto tan cercano entre los que son de sitios en los que gobernamos, los que estamos en la oposición... al final, te das cuenta de que hay algo que está por encima de todos: la ilusión por seguir adelante. Todos, gobernemos o no, queremos seguir tirando del carro. Queremos mejorar. Sabemos que estamos fastidiados (por ser correcto) pero eso no nos desanima, sino muy al contrario, nos empuja a esfrorzarnos cada día un poco más para aportar un granito de arena que, por pequeño que sea, hace montón. Y, ¡caray!, cuando te acuestas, no puedes no sonreir. Sonries porque tienes la sensación de que has hecho algo pequeñito (uo-uo-uoo) que sumado a otras muchas cosas pequeñitas, hacen de este mundo algo un poquito mejor.
¿Que mejor recompensa puede haber?
Si, encima, estas con gente como la que ha estado por allí (en la foto G. Salinas y R. Malonda, dos grandes, pero de los grandes de verdad) ya se puede pedir poco más. En serio, vuelves a casa contento, satisfecho. Aunque sabes que les vas a echar de menos.
Me faltan Santi y Fer, también conocidos como la superioridad, de quienes no dejo de aprender y disfrutar a cada ocasión que surge. Y que me han invitado a ir a Madrid con ellos. Merece la pena escucharles, siempre aportan algo nuevo, una perspectiva diferente y cualificada de nuestra organización. Maestros, claro. Omar, Jordi, Tamara, que han sido mis últimas adquisiciones para la agenda de amigos de JSPV, y que son geniales. Y JoseCa e Irene, que no son "nuevos" para mí, pero que siempre es interesante conocerlos un poco más, porque nunca defraudan. Y, por último me dejo a Carmelina, pero no porque sea la menos importante, sino porque tierne una cualidad que me encanta, y con la que quiero cerrar el artículo, que ya va siendo muy largo.
Carmelina siempre está sonriendo. Transmite alegría, ilusión. Es contagiosa. Te hace sonreir, no puede evitarlo, no sabe evitarlo, y eso hoy día es tan escaso, que merece la pena tener a alguien así entre tus amigos. Una auténtica joya. Aunque a veces se enfada, y austa un poquito, pero enseguida vuelve a sonreir y esa modulación que hace del aire, reconforta.
Si todos sonriésemos un poco más, solo un poco, sería mucho más agradable transitar por esta vida... podríamos aprender de Carmelina.
Pasará lo que tenga que pasar, pero si hay algo que permanecerá eternamente, es que tengo la conciencia satisfecha por el trabajo bien hecho, el ánimo dispuesto para seguir adelante, siempre adelante, por el camino de la izquierda, como dice otro Grande (con mayúsculas) Sergio Palao. Y, sobre todo, tengo a mis amigos. Preparado para lo que queda por delante, que no es, sino el futuro.
Y si no, que me quiten lo bailao.
¿Cuántos pueden afirmar lo mismo?